POPULORUM PROGRESSIO IV Por un desarrollo integral del hombre (Segunda Parte).

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Por Daniel do Campo Spada.

paulovi_02.jpeg En la Segunda Parte, los Capítulos IV “La acción que se debe emprender”, V “Urgencia de la obra que hay que realizar” y VI “Programas y Planificación” son una apelación a la acción en un momento en que cambiar el mundo parecía algo más que una utopía. En uno de sus párrafos iniciales advierte que “no hay que arriesgarse a aumentar todavía más la riqueza de los ricos y la potencia de los fuertes, confirmando así la miseria de los pobres y añadiéndola a la servidumbre de los oprimidos”1, aunque busca compensar una frase que suena a anticapitalista con otra en la que comenta que “evitarán el riesgo de una colectivización integral o de una planificación arbitraria que, al negar la libertad, excluiría el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona humana”2. Es válido recordar que el cristianismo se asociaba a la revolución solo en América Latina, donde Camilo Torres era la síntesis del cura guerrillero, pero en Europa, por el contrario, los sistemas socialistas eran culturamente ateos y veían a las creencias religiosas como una advertencia. No es el momento de expandirnos al respecto, pero este error de asociar al catolicismo con la defensa del sistema burgues proviene del equívoco del enfrentamiento entre la libertad e igualdad que propiciaban los revolucionarios franceses y el clero que se opuso durante la instauración de la República. En España esto se consolidó al apoyar grandes sectores de la jerarquia ecleasiástica los privilegios de clase propio de la monarquía. Aún el pueblo socialista-republicano era cristiano. En Polonia, aún los miembros del Partido Comunista eran creyentes, pero la CIA norteamericana utilizó a la Iglesia Católica y al Sindicato Solidaridad como mascarón de proa para instalar el capitalismo.
En forma casi profética con lo que fueron los 90 en el siglo XX, Paulo VI escribe que “la tecnocracia del mañana puede engendrar males no menos temibles que el liberalismo de ayer. Economía y técnica no tienen sentido si no es por el hombre, a quien deben servir”3. Para humanizar la vida es esencial en cambio la educación y la cultura, donde el germen necesario es la alfabetización. “La educación es el primer objetivo de un plan de desarrollo”4. La globalización mercantil por el contrario arrasó culturas enteras en base a lo que la Encíclica llama “tentación materialista”, ya que “los pueblos ricos (…) presentan, con demasiada frecuencia (…) el ejemplo de sus éxitos en una civilización técnica y cultural, el modelo de una actividad aplicada principalmente a la conquista de la prosperidad material”5. El concepto que lamentablemente se ha impuesto es de considerar avance a la posesión de riquezas y por ello hay en las urbes latinaomericanas un “eurocentrismo” extendido a Estados Unidos en donde se los considera avanzados por el simple dominio de la tecnología informática o industrial, en tanto que a los pueblos originarios se los considera al mismo tiempo atrazados. Muchas de las sociedades originarias de Abya Yala viven armoniosamente con el medio ambiente, sin desgastarlo y preservándolo como fuente inagotable de recursos en un claro nivel de desarrollo.
Una frase cierra esta parte de Populorum Progressio en una síntesis conceptual: “…el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose”6.

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