Cristo

Aparece Notas Cristianas y toma la posta de Reflexión Cristiana.

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Por Parlice Simpson.

El cierre de Nireblog, prestador de servicios de posteo para blog obligó al traslado del sitio ReflexionCristiana.nireblog.com a NotasCristianas.wordpress.com y ello fue un hito para mover toda una estructura que al gual que una bendición renovó ánimos en quienes lo hicieron durante años.
Cuando habla de religión, o más precisamente del cristianismo, Daniel do Campo Spada, a quien conozco desde hace casi treinta años y con quien compartimos trabajo en TV Mundus, se le ilumina el rostro. Incluso levanta las dos cejas al mismo tiempo, mientras que al hablar de historia y política solo lo hace con una. El relanzamiento del sitio de comentarios y estudios cristianos lo ha puesto nuevamente con los mismos bríos con los que estaba en 2008.
“En realidad entre el 2008 y el final del 2010 tuvimos tres años de producción sobre temas cristianos que me quemaban en el interior. Cada vez que volvía de misa necesitaba expresar, contribuir con lo que uno hace habitualmente que es comunicar. Cabe agregar que soy un laico, que tengo hijos y que según los cánones de la institución estoy en adulterio al estar casado con una divorciada, pero ello no me quita la identificación de católico” expresa cuando comenta el comienzo de un proyecto que incluyó un libro “Reflexiones Cristianas” que va por su segunda edición y que será liberado en PDF en el nuevo sitio.
“Durante el 2011, como a cualquier persona, nos tomó un período de retraimiento e inestabilidad espiritual. Es una construcción cotidiana”, agrega para explicar el silencio de publicaciones. A pesar de ello, el espacio lo cubrieron los comentarios de otros cristianos, que se unían o bien a las notas de oración y espiritualidad como a las de historia o misión.
Respecto a qué cristianismo refiere nos dice que “es una mezcla de los tres primeros siglos donde era una secta solidaria perseguida por el imperio pero en la que sus integrantes eran propiamente hermanos hasta el presente en el que en América Latina en el último medio siglo tuvimos y afortunadamente tenemos muchos apóstoles verdaderos. Camilo Torres, Romero, Mujica y Angelelli son una breve enumeración de historias de entrega. Hoy tenemos a muchos otros como De la Serna, los curas villeros, el Padre Luis Farinello y afortunadamente cientos de seres brillantes que nos iluminan”, completa. “En el ámbito espiritual, dos autores se han convertido en referentes claros y les hemos dedicado sendas notas” dice en referencia a Gustavo Jamut y Anselm Grun, prolíficos autores contemporáneos.
El relanzamiento del proyecto que constará de dos notas mensuales incluye el agregado de los capítulos que faltan de las transmisiones del Nuevo Testamento que se pueden ver en el programa Reflexiones Cristianas que en TV Mundus conservará el mismo nombre. En la primera mitad del año se recorrerán las cartas del Padre colombiano Camilo Torres Restrepo, quien dio la vida por la liberación de los pobres latinoamericanos.

do Campo Spada, 2012 (C)
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ENERO 2012-01-24
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Camilo Torres y el ejemplo de un Cristo contemporáneo.

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Por Daniel do Campo Spada

torres_camilo.jpeg La biografía de Camilo Torres es de las más ricas entre las historias cristianas contemporáneas, pero la historia oficial ha decidido esconderla dentro del plan de adormecer voluntades. El sacerdote que un día sintió que luchar por la idea de Jesús superaba el marco de una ceremonia religiosa no dudó en abandonar su espacio de privilegio en la sociedad de su tiempo y subirse a los montes de su país donde cayó en la primera batalla como integrante de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a pesar de ser un pacifista nato. La “…opción (guerrillera) iba en contra de su carácter. Por temperamento (y por formación) Camilo era un hombre pacífico y conciliador. (…) Su meta no era la reforma de una Iglesia al servicio de los poderosos, sino la superación de un mundo dominado por esos mismos poderosos. Tarea hercúlea y en verdad utópica”1.
El colombiano Torres resume una época. Mas que una época una década brillante y trágica al mismo tiempo para el cristianismo. El Concilio Vaticano II, Medellín, el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) y sus similares en Perú y Colombia, fueron junto a Torres un momento en que la Iglesia de Cristo se llenó de almas como una verdadera levadura pocas veces repetidas. Muchos jóvenes cristianos, siguiendo los ejemplos de Ernesto “Che” Guevara y Camilo Torres se unieron a la decena de guerrillas latinoamericanas que pretendían un mundo mejor. El resultado fué el peor, ya que en el continente y en el catolicismo, a la trágica represión le siguieron cuarenta años de oscurantismo que en algunos casos aún perdura. Cuando Guevara intentó hacer una revolución en Bolivia, Fidel Castro le pidió prudencia y el argentino le contestó que “si no lo hacían ahora (por ese momento) habría que esperar cincuenta años”. Muchos intentos terminaron en voluntarismos vanos y de hecho, cumpliendo el cálculo ha tenido que pasar medio siglo para que gobiernos populares empiecen a enmendar las injusticias sociales. En la Iglesia el momento recién está llegando.
Pero volvamos a Camilo Torres. Nacido y criado en una ciudad cosmopolita y con gran riqueza cultural como es Bogotá, de joven incursionó en el periodismo. Hernán Brienza lo describe como “…un lector infatigable, su pasión destella cada vez que escribe y revisa las páginas del periódico El Puma que imprime en el mimeógrafo regalado por una amiga”2. Pero sus inquitudes solidarias, espíritu de entrega y marcada fé religiosa lo impulsan a tomar el sacerdocio como un acto de entrega por los demás. En realidad su pasión hasta el final de su vida fue la palabra de Jesús contenida en el Nuevo Testamento y desde allí orientó toda su vida. Su familia tenía otras ilusiones para él. Buena presencia y educación hacían que en el círculo social acomodado en el que movía fuera alguien con buen futuro, aunque como Brienza relata en su libro en un campamento a la vera del Río Orinoco sintió el llamado de Dios, conectándose luego con los dominicanos, orden en la que se integró3.
Cuando ya era un joven cura se graduó de sociólogo en Europa. De regreso a Colombia es docente y no puede menos que conmoverse con las injusticias sociales que ve en su país en un momento en el que desde el Bogotazo4 la violencia política ha sido el lenguaje con el que se mueve uno de los países más bellos de Sudamérica hasta el presente.
Aunque todavía faltaban varios años para el Concilio Vaticano II (1962-68), en la Iglesia Católica ya se daban movimientos alternativos luego clasificados como Comunidades Ecleasiales de Base (CEB) que fueron el germen para una integración de los sectores populares a una concepción nueva, no ya de limosnas sino de buscar la dignidad por el propio trabajo.
Torres fue el ejemplo vivo de curas muchos mas abiertos en la interpretación del mundo y agiornados a un momento en que el dominio de las clases burguesas locales, dirigidas e inspiradas desde Washington y su modelo capitalista excluyente era realmente morboso. Mientras las oligarquías disfrutaban de un modelo de vida que incluía suntuosos viajes al exterior, los guajiros morían de innanición en medio de la exhuberancia de la naturaleza. Semejante incongruencia de realidades abonó la búsqueda de explicaciones y soluciones. El marxismo avanzaba en la academia como en ningún otro momento y en las universidades era junto a las variantes socialistas y los nacionalismo populares la forma en que se contrarrestaba la guerra cultural que desde el Pentágono norteamericano daban desde los medios de comunicación masiva. La televisión era la punta de lanza del modelo capitalista y entraba a los flamantes hogares de clase media sudamericanos. Unos años después fueron también por las universidades.
A pesar de las advertencias de la cúpula de la Iglesia de que no debía inmiscuirse en los temas sociales, no acepta recluirse en la tranquilidad del templo y por el contrario empieza a armar una mesa en la que reunía a varios grupos con ideas parecidas denominado Frente Unido. Allí edita un semanario en el que empieza a dar cartas políticas a la clase alta, a los militares y fundamentalmente a los cristianos. A estos últimos les dice que como dice la Biblia el mensaje de Jesús no da lugar a la tibieza. “Si se es cristiano se debe ser revolucionario”.
Con su condición de sacerdote quitada por la Iglesia, se incorpora al Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) en las sierras de Santander y dada su magistral oratoria y formación académica le encargan el papel de adoctrinador, hasta que a pocos meses de incorporado exige ir también al campo de batalla, a pesar de la resistencia de la conducción de la guerrilla que lo necesitaba en ese otro lugar. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966 muere bajo los disparos del ejército en San Vicente de Chucurí.
En menos de tres años se convirtió en un referente de muchos cristianos que trágicamente copiaron su ejemplo, creyentes en la palabra de Cristo y en que la batalla cultural era mucho más larga que las revoluciones armadas. Era una época de utopía y era difícil no creer que todo fuera posible. Inclusive el paraiso cristiano en la tierra.

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ENERO 2011-01-01
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Dios, Abraham y los intolerantes.

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“…¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de Tí hacer semejante cosa!” (Génesis 18, 24-25)

Por Daniel do Campo Spada.

abraham.jpeg En la Argentina el Congreso de la Nación sancionó en julio de 2010 una ley que iguala a todas las personas ante la figura legal del matrimonio civil mas allá de su elección de género sexual. De esa forma se normalizó una realidad concreta en la que una minoría vivía en la sombra jurídica mas allá de sus historias personales, tan dignas como la de la mayoría heterosexual. Muchos entendimos que no es justo negarle sus derechos a quienes hacen opciones personales distintas a las nuestras. ¿A título de qué un cristiano podría justificar derechos para sí y negarlos a otro? Con ese concepto se ha abolido la esclavitud, inconcebible desde cualquier óptica, pero que hasta un siglo y medio siguió siendo una realidad en la región. Aún queda el lastre de la existencia de las monarquías a la que tantos creyentes adhieren con fervor pagano.
La discriminación es la primera negación del cristianismo. Jesús, el Único Maestro, aplicó distintas pedagogías para que el pueblo común lo entendiera. En ese mismo pueblo en el que se movió hasta el último de los días, había gente simple desde el punto de vista intelectual. Por ello, el ejemplo fue su principal herramienta pedagógica. Buscó a hombres del común, pecadores, prostitutas y los sentó en la misma mesa con observadores de la Ley de Dios. ¿Desde donde un fiel puede desconocer la amplitud de corazón de Jesús?
Cuando Jesús se marcha en cuerpo, toma como uno de sus hijos dilectos para que continúen la obra al propio Pablo. Este, que hasta que encontró a Jesús era un judío ortodoxo y sectario, al interpretar la Palabra viró hacia una amplitud superior y en sus cartas se pelea contra los nuevos cristianos que no querían aceptar a aquellos que no provinieran del judaismo. El cristianismo fue amplio desde el comienzo y así debe serlo porque eso lo indica El Maestro.
Los discursos falaces, discriminatorios, ofensivos, intolerantes que grupos de fanáticos supuestamente cristianos volcaron con gran desprecio en contra de los homosexuales son los mismos que lanzaron sobre las familias ensambladas, donde hay un mamá y papá separados. Cabe recordar que a los concubinos se los denunciaba como violentos, pornógrafos, pedofílicos y otras bajezas que ahora se han reflotado para descalificar a los homosexuales. ¿Quien podría tirar la primera piedra? ¿Guerra de Dios o de los hombres? ¿Se imagina a Jesús entre los lapiladores alentados por el Opus Dei?
Dios, que es generoso, guarda un perdón para todos, incluido ellos.

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AGOSTO-SEPTIEMBRE 2010-09-22
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Los Jesuitas II. El espíritu de las misiones en América.

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Por Daniel do Campo Spada.

jesuitas_01.jpeg Más de un libro o película ha estado inspirado en la acción evangelizadora de la Compañía de Jesús en el continente americano. Por su extensión, efectividad en la cristianización de los aborígenes pero sobre todo por su humanidad en el choque de culturas, despertó recelos en aquellos que -incluso en El Vaticano- veían a los nativos de Abya Yala como una fuente de explotación económica mas que como un hermano en Cristo.
Los temas administrativos y el problema de que un pequeño imperio de repente se encontrara con la necesidad de conducir un continente gigantesco, dio el espacio necesario para que en algunos casos se permitiera ciert libertad en la construcción de ciudades o reducciones. Ello fue aprovechado por los Jesuitas. Un libro sin autor, perteneciente al Centro de Difusión de Buena Prensa indica que “el descubrimiento de América produjo la oportunidad de construir una sociedad más acorde con los designios cristianos (…) abrió la experiencia a la construcción del Paraíso Guaraní que rigió la Compañía de Jesús hasta su eliminación por el borbón Carlos III”1.
Los encomenderos españoles y fundamentalmente la corona portuguesa tenían claras intenciones sobre los nativos que en combinación con los sacerdotes de Loyola habían desarrollado habilidades manuales, en algunos casos pre-ingenieriles, musicales y administrativas notables. Si se hablaba de explotación, esas personas se convertían en un botín deseable. Pero lo que mas preoupación generó en las coronas europeas y en varios hombre vaticanos fue que se estaba creando un proyecto peligroso. El mencionado libro relata que “la tierra que laboraban era de propiedad comunal del pueblo, siendo la jornada laboral de seis horas. El fruto del campo los repartían de forma igualitaria, y lo que sobraba era para la reserva de los más necesitados. El modo de vida resultaba sencillo e igualitario, vinculado a un hábito de trabajo, como elemento formativo del nuevo cristiano”2.
El accionar humano, contemplativo con el otro pero de mucha acción en el socorro del necesitado aunque fuera diferente marcó una auténtica interpretación del espíritu de Jesús, que tantos golpes y deformaciones ha recibido a lo largo de la historia de la Iglesia Católica.

Los curas villeros dan a conocer una declaración para la integración urbana.

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Por Daniel do Campo Spada

curas_villeros.jpeg El Equipo de Sacerdotes para las Villas de la Ciudad de Buenos Aires es un grupo de casi veinte curas que desde hace dos décadas rescatan el ideario cristiano de compromiso con los más pobres que supo encarnar el asesinado Padre Carlos Mugica. Viven y trabajan en los sectores mas marginados de la Capital argentina y desde allí luchan contra un montón de cosas, entre las que se destacan su lucha contra la droga que somete a los jóvenes. En esta oportunidad hacen un llamado a la integración urbana para que los barrios no sean ghetos.
A continuación reproducimos integramente el documento dado a conocer en plena semana de Mayo.

Celebrar el Bicentenario en la Ciudad de Buenos Aires
(2010-2016)

Estamos entrando en la celebración del Bicentenario de nuestra Patria (2010-2016). La Misión de la Iglesia en la Argentina no puede estar separada de este acontecimiento. [1] El anhelo es “poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social”.[2]
Como Equipo de Sacerdotes para las Villas de la Ciudad de Buenos Aires nos preguntamos: ¿cómo hacer realidad este anhelo en nuestros barrios?
La pastoral popular que desarrollamos desde el Evangelio, tiene como horizonte “contribuir a la integración y unión de un pueblo… unir al pueblo que está en las villas con el pueblo de la ciudad”.[3] Sabemos que “los retrasos en la integración tienden a profundizar la pobreza y las desigualdades”,[4]por eso nos parece imprescindible trabajar por la integración urbana.
Ahora bien, al tratar de pensar los sucesos de hace ya doscientos años, y que todos conocemos, buscamos recoger con el pensamiento y traer a la memoria las cosas ocultas, descuidadas y dispersas. Es necesario que la memoria de un pueblo que celebra busque en si misma lo que se ha escapado, pero no se ha perdido, sino que sólo está oculto.
Cuando leemos, escuchamos o vemos relatos sobre nuestra historia solemos encontrarnos con nombres de un grupo muy reducido de la población. Cuando estudiamos por ejemplo el período independentista del que ahora comienza a celebrarse su bicentenario, los nombres que se mencionan son los de personas que fueron muy importantes en el proceso, pero que evidentemente no lo hicieron solos. Miles de mujeres y hombres cuyo recuerdo casi se ha perdido fueron también partícipes del proceso de independencia y su acción fue decisiva en los acontecimientos que estamos celebrando. Por eso, si se tiene en cuenta sólo a quienes hoy tienen calles que llevan sus nombres, se está centrando la atención nada más que en una minoría ilustrada. Y queda afuera el grueso de la población, lo que en la época se llamaba “el bajo pueblo”. Pero si no contemplamos la acción de ese bajo pueblo no entendemos la historia en su plena verdad.
Queremos destacar entonces, la influencia del “bajo pueblo” en los acontecimientos que celebramos: “ese grupo no fue una caja de resonancia de las decisiones y acciones de la elite porteña sino que también contribuyó a delinear el destino de Buenos Aires. Es más, no es posible comprender la política porteña de la época si no se atiende a la participación plebeya”[5].
Hoy en día el pueblo que habita las periferias de la ciudad también puede recibir este nombre de “bajo pueblo”. Y nosotros creemos firmemente que está llamado a tener un rol protagónico en la celebración del Bicentenario.
Tal vez alguien podría afirmar que las Villas están habitadas por muchos extranjeros. ¿Por qué incluirlos en “nuestra” celebración? Pero en realidad, “si algo no ha de resultar ‘extraño’ (=extranjero) a nuestra sensibilidad es precisamente el extranjero. Estamos en un pueblo que a lo largo de su historia ha incorporado continuamente a extranjeros, que aportaron valores de sus propias culturas”[6]
Este año celebramos el Bicentenario de la Revolución de Mayo, que inicia el proceso que terminará en la independencia de un nuevo país, Argentina. Ahora bien, a partir de 2010 comienza una serie de bicentenarios importantes para nuestro país: la bandera y la batalla de Tucumán en 2012, la Asamblea del Año XIII y la libertad de vientres en 2013, la independencia en 2016, el Cruce de los Andes en 2017, la batalla de Maipú en 2018, por citar sólo los más destacados. Pero la década que se inicia no sólo trae celebraciones para nuestro país, es una década americana. Porque en 1810 no sólo se formó una junta en Buenos Aires, sino que también hubo juntas en Caracas, Santiago de Chile, Bogotá, Quito y en parte de México. Porque “nuestra” guerra de independencia es la misma que condujo a las independencias de Chile, Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay, por citar sólo los casos cercanos.
En esa época la gente tenía dos identidades: el lugar donde nació (así había salteños, mendocinos, porteños, correntinos, cordobeses, potosinos, cochabambinos, limeños, asunceños, etc.) y ser americano. No existían las identidades nacionales todavía. Por eso, sólo podemos entender el proceso de la independencia si lo vemos como un fenómeno americano y no sólo argentino. “El pueblo argentino nace en el espacio fraterno de la solidaridad latinoamericana que no puede ser borrado de la memoria histórica”[7]
Este es el Bicentenario de todos. Por eso, es también la celebración de los bolivianos, paraguayos, peruanos, uruguayos y otros latinoamericanos que viven en nuestro país, en nuestra Ciudad de Buenos Aires y por consiguiente en nuestras Villas. Sería muy bueno que pensemos a los años que vienen como una oportunidad para la integración; que sea el Bicentenario de la integración.
Los vecinos de nuestros barrios de indudable condición social pobre, no son simplemente carentes de dinero, sino que tienen un modo de ser, una cultura propia. Hay en nuestras Villas una enorme riqueza cultural que ha tenido como origen la llegada a la gran ciudad, de familias del interior del país y de países limítrofes. Se respira y se vive una cultura popular que tiene como núcleo la fe en Dios y en la Virgen[8]. Cultura popular que entiende el barrio ante todo como el vínculo de los vecinos que anhelan vivir los valores de la fraternidad y la solidaridad. Hay en la mayoría de los habitantes de nuestras Villas un deseo profundo de progresar; pelean cada día por una vida más digna.
Por otro lado esta realidad se da en un contexto de marginación dentro de nuestra querida Buenos Aires. Nos parece que hay entre otros, dos presupuestos que dificultan la integración de nuestros barrios a la Ciudad y tienden a deslegitimizar todo derecho del habitante de la Villa a vivir en este sector de la Ciudad. El primero tiene que ver con la propiedad privada[9]: “no es su tierra, no pagan todos los impuestos, ni todos los servicios, por eso no son ciudadanos”. Y es así que los criterios más pragmáticos de una sociedad capitalista privilegian el potencial lucrativo de la tierra por sobre el derecho a la vivienda de los más pobres. El segundo presupuesto tiene que ver con el privar de todo valor a la cultura popular que allí se vive por identificarla a algunos de los antivalores que se dan en ella[10].
Pero si miramos desde otra perspectiva constatamos que se da de hecho una enorme desigualdad de oportunidades respecto de otros barrios. Los habitantes de la Villa, cada uno con su rostro, su raíz y su esperanza, merecen ser respetados e integrados al todo de la Ciudad. Para ello en primer lugar es necesario escucharlos. Son vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, no se puede ocupar su lugar dejándolos al margen de las decisiones, sobretodo en temas que afectan directamente a su vida. Para nosotros los más pobres son sujetos de su propio destino, de su promoción humana integral.
Ahora bien, creemos que considerar a los más pobres no como objeto, sino como sujeto, implica también reconocer que los más pobres tienen una manera particular de pararse frente a la realidad, un modo de situarse frente a la vida. No sólo dan que pensar, sino que piensan; no sólo despiertan sentimientos sino que sienten. Tienen una cosmovisión que ofrecer. Esto parece una verdad elemental, sin embargo, en la práctica, a la hora de trazar políticas de Estado para estos barrios no es suficientemente tenida en cuenta. Tal vez habría que decir que a lo largo de los años las decisiones sobre las Villas cambiaron con los sucesivos gobiernos. Entonces descubrimos por ejemplo que el verdadero urbanizador ha sido el vecino común de la Villa. En muchos de los casos fueron los mismos villeros los que hicieron habitables algunos sectores de la ciudad ganando espacio a un basural, o rellenando una laguna.[11]
La celebración del Bicentenario en nuestra Ciudad de Buenos Aires es una ocasión para reconocer al pueblo que habita la Villa como un interlocutor al que hay que primeramente escuchar para entrar en un diálogo fecundo. Por eso se trata de una escucha sincera y eficaz que lleve soluciones reales, que ayuden a recuperar la confianza del vecino común de la Villa en los funcionarios públicos, en la justicia etc.
Este tipo de escucha ciertamente ayudará a bajar los niveles de enojo y de violencia que a veces vemos en los barrios. Por eso no alcanza conocer el barrio a través de punteros políticos. No alcanza conocer la Villa a través de la televisión o los diarios. No alcanza, porque aquí estamos hablando de que se desatienden los derechos más elementales: el derecho a la alimentación, el acceso al agua, a la educación básica, al cuidado de la salud, a una vivienda digna. etc. Estamos hablando aquí de derechos universales de todo ser humano sin distinciones ni discriminaciones. Estos derechos elementales suponen el cumplimiento de los deberes más elementales por parte del Estado. Deberes que la Iglesia, las ONG, los grupos comunitarios de nuestros barrios y la sociedad en general, tenemos también que asumir como propios, según nuestras posibilidades. Esta es nuestra responsabilidad ya que la solidaridad es algo de todos, no se le puede exigir todo al Estado[12].
En la gran ciudad muchas veces se reivindica el derecho a lo superfluo y nos olvidamos que en la periferia de la misma se vulneran los derechos más elementales[13].
El Evangelio de Jesús nos enseña que cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita y debemos respetarla. Esta Buena Noticia debe ser anunciada y realizada entre los más pobres.[14] El programa de Jesús, ese camino que va desde los pobres a todos, nos parece un programa más que válido a la hora de trazar políticas de Estado, a la hora de legislar y a la hora de juzgar.

En camino hacia la integración urbana.

Si tenemos pasión por el Bien, si realmente queremos pagar la deuda social en los barrios más pobres de la Ciudad, la celebración del Bicentenario se presenta como una gran oportunidad. La misma abarcará un período de seis años; esto nos da la posibilidad de escucharnos y a través del diálogo buscar consensos que nos permitan realizar acciones concretas, que ayuden a integrar las Villas a la Ciudad de Buenos Aires.
En un primer paso habría que buscar un método para escuchar a los vecinos de las Villas, recogiendo así los deseos y necesidades que el pueblo de la Villa experimenta. Tal vez por ejemplo se descubra que primero desean una escuela cerca, o una guardería para que las mamás puedan salir a trabajar y sólo luego cambiarle el nombre a las calles, para que no sean los mismos nombres que las de otras calles de la ciudad.
Obviamente se necesita alguien en el Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires que tenga la mirada del conjunto de estas aspiraciones de los vecinos de las Villas y articule la necesaria participación de distintos ministerios y áreas del Estado, para que en lo concreto del trabajo de integración de las Villas al todo de la Ciudad no se superpongan roles y funciones, ni se actúe de manera desarticulada.
También es necesario más allá de las diferencias políticas, el diálogo, el consenso y las acciones comunes entre el gobierno nacional y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre temas que hacen a la promoción y al cuidado de los más pobres que viven en las Villas de la Ciudad.
El Bicentenario nos da la posibilidad de mirar hacia delante, de proyectar, de votar un presupuesto, de realizar acciones concretas y de evaluar los objetivos consensuados. Por consiguiente es necesario una vez escuchados a los vecinos de estos barrios trazar políticas de Estado más allá de quien gobierne.
Estamos hablando entonces de un acuerdo social y político que favorezca la integración de las Villas a la Ciudad. La deuda social es enorme, visualizamos esta propuesta como un camino para alcanzar una mayor justicia social.

Pedimos a la Virgen de Luján, Madre del Pueblo, que nos inspire los caminos para celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social.

– José María Di Paola, Carlos Olivero, Facundo Berretta y Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
– Guillermo Torre, Martín Carrozza y Eduardo Drabble de la Villa 31.
– Gustavo Carrara, Joaquín Giangreco y Hernán Morelli de la Villa 1-11-14.
– Franco Punturo y Pablo Ostuni de la Villa 20.
– Sebastián Sury y José Nicolás Zámolo de la Villa 15.
– Pedro Baya Casal y Martín De Chiara de la Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
– Nibaldo Valentín Leal de la Villa 6.
– Sergio Serrese de la Villa 19.
– Enrique Evangelista de la Villa 26.
– Jorge Torres Carbonell de la Villa Rodrigo Bueno.

Equipo de Sacerdotes para las villas de emergencia
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 11 de mayo de 2010

Los Jesuitas I. San Ignacio de Loyola. El militar de Dios.

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Por Daniel do Campo Spada.

sanignacio_02.jpeg Una de las órdenes más dinámicas y actualmente la más numerosa es la conocida como Compañía de Jesús. Aunque en un momento era un término despectivo, hoy se les reconvirtió en un signo de orgullo ser reconocidos como Jesuitas. La vida de San Ignacio de Loyola fue durante siglos la fuente de inspiración en todos los continentes en que se encuentra evangelizando.
En 1540, el Papa Paulo III les concede la gracia de convertirse en orden, que entre sus postulados juraban fidelidad extrema a Su Santidad. Este, que era el cuarto voto que realizaban sus miembros los convertía en “tropas ligeras” del Vicario de la Iglesia, que podía ubicarlos en un lugar u otro del mundo con solo disponerlo. En el presente, mantuvieron ese eje aún a pesar del desprecio de algunos Padres como Juan Pablo II, quien privilegió durante su restauración conservadora a órdenes ligadas a posiciones extremas como el Opus Dei de San José María Escriva de Balaguer.
La rigidez moral de la Compañía era una respuesta de un sector creciente e creyentes que estaban preocupados por las actitudes y conductas licenciosas de muchos hermanos que habían caído en la tentación de la corrupción que se enseñoreó en la Europa decadente de la Edad Media. Sus miembros deben pasar un largo período de prueba antes de ser incorporados. Su estructura, conducida por un sacerdote que recibe el nombre de General reafirma un poco esa imagen de ejército evangélico.
El carácter global de sus misiones hizo que los jesuitas se destaquen en ciencias ligadas a la cultura. Su respeto en las tareas evangelizadoras, en donde buscaban hablar el idioma y entender las costumbres de los nativos los ha convertido en los primeros que escribieron las gramáticas de muchas lenguas. Otras órdenes trabajaban distinto, ya que en las corrientes colonizadoras imponían por la fuerza la lengua y la visión europea.

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ABRIL 2010-4-18
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do Campo Spada, Daniel. 2010
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La Muerte Terrena II. La Morada Eterna.

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“No se turbe vuestro corazón. Pues creeis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones, que si no fuese así, os lo hubiera yo dicho. Yo voy a preparar lugar para vosotros. Y cuando habré ido, y os haré preparado lugar, vendré otra vez, y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy , esteis también vosotros”. (San Juan 14, 1-3).

Por Daniel do Campo Spada.

cielo.jpeg El que acabmos de transcribir siempre me ha parecido uno de los pasajes mas atrapantes del Nuevo Testamento, que no casualmente está en el texto de evangelista mas piadoso. Allí Jesús nos promete que hay un lugar junto a Él. De otra forma, reafirma su permanente mensaje “hay vida eterna”.
En esa morada eterna recuperaremos el cuerpo que tenemos en la carne, pero con una diferencia sustancial. Este es corrupto, se degenera, se enferma, tiene hambre y sueño. El otro, cuando recuperemos la carne, será incorrupto.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que “el término carne designa al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad. La resurrección de la carne significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros cuerpos mortales volverán a tener vida”1.
En ese estadío nos daremos cuenta de muchas cosas que la cultura hoy hace que nos atormente, como por ejemplo los conceptos de belleza y fortaleza. Allí seremos todos iguales en Cristo, como parte de Dios. Quizás nuestra mente estructurada en nuestra vida terrena nos impida imaginarnos ello, pero seguramente descubrimos la felicidad en otra forma, amándonos como obra de Dios que somos.
Algunos misterios nos estamos en condiciones de responderlos, como por ejemplo el hecho de nuestro cuerpo a que edad será el que resucite. ¿Cómo se congeniará un nieto que haya vivido mas que su abuelo? Ante esto, más que dos respuestas, tenemos dos hipótesis: a) En ningún momento Jesús nos ha dicho que reencarnaremos con el cuerpo del último día en la tierra y b) Quizás, como dice la misma Biblia nuestros cuerpos y rostros sean el reflejo del alma, por lo que al vernos distintas generaciones en la vida eterna no emitamos la misma imagen en todos los casos.

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Educación Católica IV. La cristiana paternidad de Don Orione.

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Por Daniel do Campo Spada.

orione_01.jpeg San Luis Orione se dividió en atender a escuelas con niños pobres en Italia, Brasil y la Argentina. A principios del siglo XX dividió su tarea entre las escuelas abiertas por sus misioneros enviados al vecino país y su presencia física en la localidad de San Fernando. Desde la Provincia de Buenos Aires escribía durante las noches largas cartas con instrucciones para sus hermanos ubicados en la nación hermana o en el viejo mundo.
En una de ellas, escrita en febrero de 19221 desde su pieza en Victoria2 dejó plasmado un auténtico tratado de pedagogía que marcaría las instituciones educativas que integraban su orden. Las enseñanzas y lineamientos han hecho de sus escuelas un espacio cristiano en donde lo humano y espiritual marchaba por delante de la simple asimilación de contenidos curriculares. A ese perfil lo llamó pedagogía cristiano-paternal y constituye quizás una de las mas piadosas propuestas del cristianismo.
Las frases dan suficientes pistas de la piedad que este Santo tuvo en su tarea educativa, quedando plasmado en un pequeño párrafo que bien serviría como prefacio del capítulo cuando manifiesta que “sea la escuela una familia., de buena disciplina y moral, llevada con mucha diligencia y mucho afecto en el Señor. Toquen de ve en cuando la cuerda del sentimiento, el corazón de sus alumnos y elévense con ellos hasta Dios. ¡Así se educa!”3.
Una apelación importantísima de Orione pasa por el hecho de no olvidar que las escuelas católicas no pueden quedarse solamente en instituciones educativas simples, sino que deben tener siempre el agregado de la fe por delante. Si ello no fuera considerada toda la enseñanza quedaría con resultados superficiales “o lo más, produciría una bondad aparente, postiza, pasajera, que podríamos llamar bondad de colegio”4.
En tiempos de aulas difíciles da una máxima que muchas se olvida incluso en las escuelas religiosas. “El educador hágase querer santa y noblemente, más que hacerse temer”5, en clara referencia al nombre de la pedagogía orionista, autodenominada cristiano paternal. Lo de cristiano es simple de imaginar y en cuanto a lo paternal (o maternal) es una invitación a tratar con amor al alumno, procurando que entienda por el convencimiento a través del buen trato. Indica que no solo no hay que gritar nunca, sino que además hay que evitar los sermones. “Sin duda que todo debe ser noble y santo en la escuela, como es en el templo, pero nada de sermones. Es que todo en ustedes deberá hablar de Dios”6.
En la práctica docente ocurren cosas tales como la apatía, el desinterés o el mal carácter. Orione considera que el castigo solo debe quedar para casos extremos. La enseñanza cristiana tiene que utilizar muchas herramientas previas para evitar esto, cuidándose de jamás humillar al alumno.
La mejor estrategia pedagógica que repite insistentemente es la del ejemplo. “Les costará trabajo, fracasos y sufrimientos, pero vuelvan sus ojos a Cristo y reflexionen que trabajan para Él y con Él, y por la Iglesia, y de Dios recibirán la recompensa…”7.

POPULORUM PROGRESSIO IV Por un desarrollo integral del hombre (Segunda Parte).

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Por Daniel do Campo Spada.

paulovi_02.jpeg En la Segunda Parte, los Capítulos IV “La acción que se debe emprender”, V “Urgencia de la obra que hay que realizar” y VI “Programas y Planificación” son una apelación a la acción en un momento en que cambiar el mundo parecía algo más que una utopía. En uno de sus párrafos iniciales advierte que “no hay que arriesgarse a aumentar todavía más la riqueza de los ricos y la potencia de los fuertes, confirmando así la miseria de los pobres y añadiéndola a la servidumbre de los oprimidos”1, aunque busca compensar una frase que suena a anticapitalista con otra en la que comenta que “evitarán el riesgo de una colectivización integral o de una planificación arbitraria que, al negar la libertad, excluiría el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona humana”2. Es válido recordar que el cristianismo se asociaba a la revolución solo en América Latina, donde Camilo Torres era la síntesis del cura guerrillero, pero en Europa, por el contrario, los sistemas socialistas eran culturamente ateos y veían a las creencias religiosas como una advertencia. No es el momento de expandirnos al respecto, pero este error de asociar al catolicismo con la defensa del sistema burgues proviene del equívoco del enfrentamiento entre la libertad e igualdad que propiciaban los revolucionarios franceses y el clero que se opuso durante la instauración de la República. En España esto se consolidó al apoyar grandes sectores de la jerarquia ecleasiástica los privilegios de clase propio de la monarquía. Aún el pueblo socialista-republicano era cristiano. En Polonia, aún los miembros del Partido Comunista eran creyentes, pero la CIA norteamericana utilizó a la Iglesia Católica y al Sindicato Solidaridad como mascarón de proa para instalar el capitalismo.
En forma casi profética con lo que fueron los 90 en el siglo XX, Paulo VI escribe que “la tecnocracia del mañana puede engendrar males no menos temibles que el liberalismo de ayer. Economía y técnica no tienen sentido si no es por el hombre, a quien deben servir”3. Para humanizar la vida es esencial en cambio la educación y la cultura, donde el germen necesario es la alfabetización. “La educación es el primer objetivo de un plan de desarrollo”4. La globalización mercantil por el contrario arrasó culturas enteras en base a lo que la Encíclica llama “tentación materialista”, ya que “los pueblos ricos (…) presentan, con demasiada frecuencia (…) el ejemplo de sus éxitos en una civilización técnica y cultural, el modelo de una actividad aplicada principalmente a la conquista de la prosperidad material”5. El concepto que lamentablemente se ha impuesto es de considerar avance a la posesión de riquezas y por ello hay en las urbes latinaomericanas un “eurocentrismo” extendido a Estados Unidos en donde se los considera avanzados por el simple dominio de la tecnología informática o industrial, en tanto que a los pueblos originarios se los considera al mismo tiempo atrazados. Muchas de las sociedades originarias de Abya Yala viven armoniosamente con el medio ambiente, sin desgastarlo y preservándolo como fuente inagotable de recursos en un claro nivel de desarrollo.
Una frase cierra esta parte de Populorum Progressio en una síntesis conceptual: “…el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose”6.

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POPULORUM PROGRESSIO III Por un desarrollo integral del hombre (Primera Parte).

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Durante cuatro notas desarrollaremos una parte del espíritu de una de las principales Encíclicas Papales que marcó la etapa mas rica de nuestra Iglesia en el siglo XX.

Por Daniel do Campo Spada.

paulovi_02.jpeg En el Capítulo II, que lleva el título de “La Iglesia y el desarrollo”, comienza lanzando un mandato a los misioneros para que lleven la Buena Nueva a los pobres en un desafío para que las acciones sean concretas. “Al mismo tiempo que iglesias, sus misioneros han construido hospicios y hospitales, escuelas y universidades. Enseñando a los indígenas el modo de sacar mayor provecho de los recursos naturales, los han protegido frecuentemente contra la codicia de los extranjeros”1. Sin hacer alusión directa es un rescate de la forma de evangelización de los jesuitas. Esto se calla en la mayoría de las publicaciones católicas e incluso en su voto de obediencia al Papa los propios integrantes de la Compañía de Jesús se han llamado a silencio desde la restauración conservadora de Juan Pablo II. Muy útil es en esta parte cuando diferencia los poderes terrenales de los celestiales, pero sin por ello resignar la lucha por los hermanos y la justicia en nuestro presente en este planeta2.
En el Capítulo III, “Visión cristiana del desarrollo” rescata al individuo aún en el contexto global que presentó en el II. “En los designios de Dios cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación”3. Sin embargo advierte en que dentro de la escala de valores debe evitarse al materialismo sofocante que alimenta la ambición y la codicia. El hombre queda de esa forma prisionero de las ambiciones económicas. “La búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculos para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza; para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma mas evidente de un subdesarrollo moral”4. Considera que dentro de la aspiraciones menos humanas están el abuso del poder y la explotación de los trabajadores y dentro de las más humanas están la ampliación de conocimientos, la educación y la cultura5. Este capítulo pone en crisis a aquellos que asocian al capitalismo al cristianismo.

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FEBRERO 2010-2-07
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